SIETE DIRECCIONES ASISTENCIALES CÓMPLICES y los Directores de los Centros de Salud

Opinión

Ya sabéis, nos están engañando y chantajeando para conseguir de nosotros lo que no conseguirían yendo con la verdad por delante.

No es la primera vez que las DD.AA. actúan así, y ya es hora de plantarles cara.

Corre el mantra que estos mandos intermedios no pintan nada, que son meros transmisores de las órdenes que reciben…pero ¡cuánto daño han hecho! ¡cuánto siguen haciendo! y por decirlo suavemente para no ser grosero, ¿cuánto brillo les han sacado a los zapatos de sus jefes, los altos cargos de la Consejería de Sanidad y de la GAP?

Sin la labor incondicional de quienes moran en las DDAA –o en las Gerencias de los hospitales-, los altos cargos no serían nadie, y se les acabaría toda la chulería, la hipocresía y la desvergüenza que gastan.

Nos ha de quedar muy claro que por muchas órdenes que den, sin cargos

intermedios que las ejecuten, ni mandan, ni asustan.

Mientras arremetemos sin ningún éxito contra los máximos responsables -esos que están tan lejos de la base, sean trabajadores, usuarios o ciudadanos- los quenadapintan se van de rositas como si nada tuvieran que ver en el desastre que sufrimos  en salud, en  nuestras condiciones laborales, en el estado de la Primaria y en su futuro. Por dignidad hace tiempo que debieran haberse marchado, y si no lo hacen, nuestra obligación es hacer que se vayan.

¿Quién ha dicho que esto no tiene remedio? Tan sólo hacen falta unos cuantos  líderes  que  se  pongan  a  la  cabeza  de  la  protesta  de  los trabajadores y profesionales, y otros cuantos al frente de la movilización ciudadana, ¡Y los hay!, claro que hay líderes.

Algunos pocos hace tiempo que están dando la cara, otros lo están empezando a hacer, y hay a quienes habrá que «ayudarles» a que lo hagan, aunque sea por vergüenza torera.

En Atención Primaria, al frente de los trabajadores, pueden y deben ponerse:

  • Ciertas organizaciones, oficiales o no. Las primeras por ser su obligación, y las segundas por devoción y compromiso. A ninguna de ellas haca falta nombrarlas, pues todos las tenemos en la mente, y sabemos de unas y de otras.
  • Los Directores y equipos directivos de los centros de salud.

A quienes, pudiendo, no lo hagan se les podrá considerar cómplices necesarios.  No  hace  falta  ser  ejecutor  material,  basta  con  ser cooperador imprescindible para ser partícipe de la catástrofe.

No, en contra de lo que algunos han pregonado, no son los directores de los centros de salud los que han de dimitir (en sus recientes escritos, hicieron bien considerándose solo suspendidos o inhabilitados).

Si tuvieran un mínimo de vergüenza y dignidad serían las siete Direcciones Asistenciales al completo las que hace tiempo deberían haber dimitido. Si no lo hacen motu proprio, entre todos habrá que obligarlas a hacerlo, y ahí sí que han de tener su papel protagonista “nuestros” cientos de directores, cuya misión, recordemos, no consiste en asumir estoicamente lo que hay, para, a partir de ahí, con los pocos mimbres que cuentan, tratar de hacer funcionar, cada uno, sus centros de salud, misión del todo imposible sin la adecuada financiación.